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14/7/07

Descartes v/s Hume

Pregunta única:

· Establezca un análisis comparado entre la posición epistemológica de Hume y Descartes. Fundamente y argumente con los textos que se entregaron en clases y por Internet.


Algunos de nosotros se han obsesionado a través de la historia con el conocimiento. Qué es, de dónde proviene y cuál es la relación coloquial existente entre sujeto y el desarrollo de la epistemología. Algunos se han obsesionado a tal punto, de llegar a sustentar su filosofía en base a estos conceptos y que además pretenden obviamente analizar para dilucidar así la vista panorámica del tablero de ajedrez. La epistemología de ambos filósofos será crucial en la búsqueda del conocimiento, del saber, sin embargo los caminos a seguir se separan radicalmente respecto a sus contextos históricos y las bases que sustentan las teorías en Descartes y Hume Sin duda alguna existe una abismante diferencia entre los planteamientos filosóficos de uno y otro, es decir, entre una visión metafísica racionalista y una visión empírica, positivista y psicologística. Ya hemos establecido dentro de los contextos históricos correspondientes que Descartes es el símbolo máximo de una concepción metafísica moderna durante el siglo XVII y poco más de un siglo después, se erige la figura de Hume, derribando dichas concepciones metafísicas mediante un empirismo exacerbado. He aquí a dos grandes íconos de corrientes filosóficas opuestas en paradigmas y distantes en el curso del tiempo.

En primer lugar, el contraste a realizar será en base a los conceptos de entendimiento, imaginación e ideas. Descartes en sus “Meditaciones Metafísicas”, asegura entre tantos otros planteamientos, que las ideas pueden ser clasificadas en tres tipos. Por una parte aquellas nacidas conmigo (ideas innatas), luego las extrañas o foráneas a mí (ideas adventicias) y por último las creadas por mí (ideas ficticias), cuyas concepciones lo llevan a proponer ideas innatas en el sujeto. Al mismo tiempo en base a estos complejos conceptos, asegura que las ideas se traducen como ciertas maneras de pensar semejantes que proceden de un mismo modo en su concepción y que son el producto de las imágenes de ciertos objetos diferentes unos de otros, estableciendo a Dios como una idea objetiva, contraria a las cosas finitas. Continuando con la consecución de propuestas cartesianas, debemos decir que una realidad objetiva de las ideas, como Dios por ejemplo, no está en nosotros mismos y no es producto de aquellas imágenes o ideas ajenas a nuestro espíritu, concluyendo que no estamos solos en el mundo. Es así como prueba la existencia de Dios como un ser inmutable, eterno y omnipresente. Continuando el desarrollo, en función del concepto de idea cartesiana, se establece que las ideas subjetivas que poseen duración y número provienen de la concepción limitada del hombre, provienen de nosotros mismos. No existimos sin Dios según Descartes ¿o si?, pues si nosotros mismos nos hubiésemos creado, carencia humana alguna seria inexistente transformándonos automáticamente en Dios. La concepción de la idea de Dios no es capaz de ser producida por nosotros mismos por dos razones: En primer lugar por ser una idea objetiva más allá de las limitaciones humanas y en segundo lugar por la nula capacidad de aumentar o disminuir dicha posibilidad, es decir, la idea de Dios. La mirada metafísica y dubitativa respecto a los paradigmas filosóficos contemporáneos a Descartes concluyen que el entendimiento de una idea no es igual a la imaginación de ella, pues el primero es la inspección del espíritu mismo y los cuerpos, siendo la imaginación producto del engaño de los sentidos (Genio Maligno), que para la filosofía cartesiana nos engañan cabalmente una y otra vez, es decir, el mundo de las ideas tiene estricta relación con el alma y que más tarde Hume derribará con la inexitestencia de ella desde su rincón histórico.

Quisiese tomar otro punto cartesiano de apoyo y de radical oposición a Hume que produzca el efecto contraste deseado. Yo soy una cosa que piensa y evidentemente existe la facultad de distinguir a la luz natural lo que es verdad clara y distintamente que luego Hume descompondrá como he expresado anteriormente, al estilo Nietzsche y Platón en la inversión de paradigmas basados en la “Alegoría de la Caverna”. ¿Existe acaso una verdad clara y distinta como objetivo dentro de la acalorada existencia humana y como boya a la que debemos dirigirnos nadando entre las aguas caudalosas? ¿Es acaso necesario salir de la caverna en base al paradigma platónico o acaso existe la opción de crear nuestro propio orden al interior de ella e incluso un lenguaje propio? Para Anaxímenes el principio o Arjé podrá haber sido el aire, para Descartes Dios, para Tales de Mileto el agua, sin embargo es necesario el eclipse entre dos corrientes filosóficas que distan por casi doscientos años aproximadamente. Quizás la aproximación que podemos hacer en este punto del análisis para vaticinar de cierto modo el contraste que se pretende realizar sería al estilo Heráclito de Efeso contrastado con Parménides de Elea en donde el primero expresa claramente lo contrario al paradigma de Arjé anterior a él. Todo es movimiento, nada reposa, nadie se baña dos veces en el mismo río y tal como él, somos una colección nueva de pensamientos estableciendo un tipo de relatividad primitiva negando la verdad inmóvil y única, pues al río cada vez llegan nuevas agua y nosotros mismos, que pronunciamos la palabra río, dejamos de ser iguales al de ayer estando en constante trasformación producto del medio que nos rodea y aquellas vivencias particulares; siendo lo que me atrevería a llamar; dentro de la filosofía Jónica, como “Hume primitivo” y los primeros indicios de la desvinculación de paradigmas “cartesianos primitivos” representados en este caso por Parménides de Elea y la pretendida distinción entre el mundo real y el aparente, el mundo sensible del inteligible. Si lo que es, es, no puede haber nacido. Si lo que es, es, no puede cambiar, ya que el mundo supone que una cosa no sea algo, para luego ser eso que antes no era y todo debe ser aceptado para él, como la idea cartesiana de Dios, algo inalterable, eterno, único e inmóvil, aunque sea curioso que en este caso hayan sido históricamente inversos, respecto a la analogía de preceptos, a la aparición Descartes y Hume, siendo válidos solo los extractos jónicos que son citados, abordados y ejemplificadores de algún tipo de discrepancia.

Hume distintamente a Descartes en primera instancia define como concepto anterior a idea, el de impresión, como vivencias de presentaciones actuales, lo que oímos, sentimos, deseamos, etc. Dicho concepto nos llevará al de idea como la representación de una impresión o sensación anterior y aquella impresión es necesariamente coetánea a la existencia, es decir, debe ser actual. Es así como cada idea debe proceder necesariamente de una impresión. Algo así como si existiese una relación madre-hijo entre ambos conceptos. Sentir o desear es igual a impresión, impresión, a su vez, es igual a idea, impresión es, a su vez, igual a realidad, careciendo de realidad o existencia lo que no siguiese este cauce natural; existiendo aquí una de las tantas divergencias entre ambas exposiciones filosóficas. Más tarde Hume derribará conceptos cartesianos quitándoles toda legitimidad, en base a sus preceptos, a conceptos como substancia, yo, causalidad y Dios, que indudablemente es el más controversial del contraste que aquí nos convoca, entre la metafísica y el empirismo. Una substancia es inexistente únicamente debido a la carencia de impresiones y el nulo sustento de ellas. Si no existe impresiones que fundamente una idea determinada el concepto, para Hume, se define como ficticio, es decir imaginación para Descartes aunque claramente es utilizado con matices muy distintos, opuestos. El yo por otro lado es una idea ficticia únicamente en lo errático de atribuir al conjunto de impresiones e ideas del mí el nombre del yo, es decir, soy un conjunto de vivencias, impresiones e ideas y que se definen como “mías” sin embargo aquello no distingue al “yo”. La causalidad es algo similar dentro de los modelos de Hume definiéndola como asociaciones de ideas que se acoplan cuando son similares, en términos aún más simples surge una idea y luego otra que la acompaña por sucesión. Tengo la impresión X, luego la impresión Y pero no existe impresión alguna que las conecte, es decir, X no produce impulso que genere Y. Hume critica el precepto de ideas innatas en donde el hombre sería semejante a un papel en blanco cuyo contenido se llena con las impresiones. En momentos de mayor aflicción se recurre a la creencia, opuesto a lo que transmitía la metafísica de Descartes sobre la existencia de Dios. No existo yo, no existe dios, solo vivencias, impresiones e ideas llegando al apogeo en si del contraste buscado.

Otro concepto polémico es de substancia. La res extensa (cosa) o la substancia en la filosofía cartesiana se define como lo correcto existente y como forma completa debido a la no necesidad de factores ajenos a si misma para existir, como por ejemplo la concepción de un cuadrado (no necesita de otros factores para definirse a si mismo siendo como concepto la idea algo completo). Por otra parte Dios sería en este caso una substancia infinita puesto que los demás seres necesitan de Él convirtiéndonos en su extensión. Las bestias junto a los sujetos serían substancias finitas que no necesitan de nada más para existir, salvo Dios. El alma es pensamiento, entendimiento y el cuerpo es extensión correspondiéndole a cada substancia un atributo, una esencia, lo que las distingue clara y distintamente. El dualismo en la filosofía cartesiana es sin duda alguna una fuerte característica. El alma y el cuerpo no se necesitan mutuamente para existir como substancias. Aquí Hume despedaza el concepto fundamental en la teoría metafísica cartesiana (substancia) expresando en sus planteamientos que la substancia no posee impresión alguna, por ende no hay idea. Sino un término carente de significación. La substancia es solo un conjunto de percepciones particulares producto de la costumbre. El concepto de costumbre para Hume es crucial en el desarrollo de su filosofía siendo ésta la guía en la vida humana que indica la creencia de la repetición de algún acontecimiento pasado. El hábito y la costumbre generan como producto la creencia, siendo éstos los guías en el camino de la existencia basando la seguridad del futuro en estos criterios

He aquí dos iconos filosóficos que se sitúan en contextos históricos diferentes. Por un lado el empirismo inglés rechazaba el racionalismo y colocaba como fundamento la especulación. Durante la época cartesiana ciertos paradigmas se derribaban como el modelo geocéntrico y en el caso de Hume el modelo de newton era una ciencia empírica aceptada. El siglo XVII fue marcado por la dominación del materialismo sobre el espiritualismo. Durante el mismo siglo en Francia nace el racionalismo, encarnado por Descartes, que se difunde por todo Europa basado en que el punto de partida no eran los sentidos sino el espíritu humano. Más tarde el empirismo inglés, como se ha expresado anteriormente, se opone a la metafísica francesa. Descartes instala el racionalismo, la autonomía de la razón, en Europa continental. Luego el empirismo se extiende por Europa durante los siglos XVII y XVIII en donde Hume recibió la fuerte influencia de la ciencia newtoniana y de la aplicación experimental al estudio de la naturaleza humana, lo que sin duda alguna genera como producto el gran contraste entre una visión filosófica y otra. Descartes es el creador de un método científico deductivo, con fundamentos metafísicos durante la época moderna mientras que Hume lleva al empirismo a sus últimas consecuencias cuyo escepticismo se opone al racionalismo y el poder de la razón reconociendo los límites de ésta.