Redacte un ensayo con el tema del cuento Eduardo Barrios ¡Pobre Feo¡
(Es obligación que incluya información sobre Marianela de Benito Pérez Galdós y “El Hombre Elefante” de David Lynch)
¿Qué es lo bueno? Todo lo que acrecienta en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo. ¿Qué es lo malo? Todo lo que proviene de la debilidad. ¿Qué es la felicidad? La conciencia de que se acrecienta el poder; que queda superada una resistencia, según Friedrich Nietzsche.
Eduardo Barrios, es sin duda, quien abre paso a la temática y al profundo cuestionamiento de la piedad, la compasión y la caridad como valores o antivalores. En primer lugar observamos en “El pobre feo” a un individuo enclenque, canijo y enfermizo físicamente, que dados sus atributos, es victima de constantes vejámenes; insultos y burlas de todo tipo que lo abaten continuamente provocando que no se sienta parte en absoluto del mundo al que pertenece, viviendo el transcurso de la historia como una pieza ajena a ella. Mientras avanza la obra nos damos cuenta que Isabel y Luisita escriben a su primo detallando aquellas curiosas y anecdóticas experiencias con aquel hombre lacerado por la naturaleza, aquel hombre sediento de amor y ternura que no logra conseguirlas siendo aislado de la sociedad de forma involuntaria. Poco a poco Isabela comienza a ser parte de la profunda desesperación de José, logrando tal punto de conexión con él, que se genera un tipo de empatía; canalizándose en piedad, compasión y remordimiento por aquello que debía soportar a diario “El pobre feo” en la pensión.
Trazando líneas paralelas, encontramos a Benito Pérez Galdós y a Marianela, una joven inculta, nada agraciada físicamente y solitaria que se enamora de Pablo, un joven opuesto diametralmente a su realidad, perteneciente a una buena posición social. Sin embargo, debido a su ceguera, se entrega a los brazos de Marianela, quien cumple el papel de máximo apoyo en aquellos momentos. Durante el transcurso de la historia, ambos se declaran amor eterno, pese a las adversidades, más allá de lo que pudiese suceder, pues Pablo se había enamorado de su esencia, no de aquella realidad aparente, el aspecto físico y superficial. El doctor Teodoro Golfín, famoso oftalmólogo durante el relato, amenaza la inocente felicidad de Marianela operando a Pablo quien recupera la vista, desencadenando que pidiese más tarde matrimonio a Florentina, su prima, desechando y olvidando por completo el sublime amor declarado a Marianela previo a la operación. Pasando al desenlace de la obra, Marianela intenta suicidarse sin obtener éxito, pues lo impidió Teodoro, no impidiendo que más tarde Marianela falleciese de depresión o pena, como refleja el autor.
Sin duda alguna la historia paralela más conmovedora de las tres es la del “Hombre Elefante”, quien victima de una grave malformación generalizada corporal, padece múltiples penurias desde pequeño; trabajando como criatura de espectáculo circense, siendo otra victima del vejamen social reflejado de forma similar y análoga a las dos historias anteriores. Durante el transcurso de la película, basada en un hecho real, el “Hombre Elefante”, Joseph Merrick, es un prófugo de su hogar provocado por los reiterados maltratos de su madrastra y es estafado por aquellos quienes lo utilizaron como atracción circense. Más tarde conoce a Frederick Treves, cirujano que quedara impresionado con su caso y quien hará que sus últimos días sean menos tortuosos de lo que fue su vida entera, hasta que finalmente fallece producto de un dislocamiento cervical y asfixia al no poder recostarse de forma horizontal debido al enorme tamaño de su cabeza.
Retomando la historia de Eduardo Barrios, desarrollaré la temática utilizando como base primordial extractos del “Anticristo” de Nietzsche y es aquí en donde debemos ser excesivamente precavidos para así evitar confusiones. ¿La compasión, la piedad, la caridad son acaso valores universales como ha planteado desde sus inicios el cristianismo? Nietzsche establece que el cristianismo como religión de amor, de compasión y piedad es la religión de débiles y malogrados a quienes debemos incluso ayudar a perecer. La teoría evolutiva de las especies de Darwin apoya esta tesis al promover que las especies más fuertes sobreviven, en este caso, aquellos hombres fuertes físicamente, dotados de belleza y al mismo tiempo dotados de una gran voluntad de poder (entendiendo voluntad de poder como el concepto parvenu que más adelante establecerá Hitler), serán parte de la evolución humana. Por una parte el determinismo nos condena a la predeterminación genética, no así Nietzsche, visualizando esto de forma implícita en el último párrafo del “Pobre feo” manifestando una clara visión nietzscheana sobre la no piedad, llevándonos a la inferencia de que todo hombre fuerte, amante del conocimiento, será parte de la evolución y aquellos individuos como Marianela, “El Pobre Feo” y “El Hombre Elefante”, a pesar de ser dueños de una sensibilidad extraordinaria, están destinados a perecer. Por un lado la visión nietzscheana y parte del relato de Barrios nos incitan a la no piedad, a la individualidad, pero insisto, no al determinismo. ¿Estamos condenados acaso a un determinismo inminente? Si ampliamos nuestro campo a una visión política, Hitler define en “Mi Lucha” el concepto parvenu, como aquel individuo que por esfuerzo propio logra salir de la clase social a la que pertenece y se ubica en una superior. Por otra parte la dolorosa existencia y la constante lucha por sobrevivir y ubicarse en una determinada clase social de acuerdo a las necesidades subjetivas, como proveer básicamente a una familia de 8 personas, generan indiferencia frente a la miseria de los relegados, entendido desde un punto de vista netamente social, político, pero no así superficial, aparente. El determinismo no existe, tal como Hitler lo plantea, pero debemos especificar que la caridad, la piedad, la compasión no son valores como establece el cristianismo, sino síntomas de debilidad. Todo esto se traduce en limosna para el pobre, para el desposeído, para el débil, generando como producto individuos que viven de caridad ajena, lo que no necesariamente fomenta el individualismo, sino la superación, la voluntad de poder. Es así como Zaratustra pasa años meditando en aquella montaña, reflexionando acerca del mundo y es un profeta que no invita a seguir un paradigma establecido al estilo cristiano, a alabarlo como fuente de vida, como bienaventuranza, sino que da las claves para que lo superen (En un lenguaje coloquial se debe enseñar a pescar al desposeído, no proveer de alimento, traducido esto como piedad), para que la voluntad de poder se acreciente, es decir, el amor al hombre como un acto sublime. Hoy en día la moral cristiana defiende el amor al prójimo, la compasión como virtud máxima. Aristóteles definió la compasión como “un estado morboso y peligroso que convenía combatir mediante una purga, entendiendo la tragedia personal como purgante”. Una conexión entre las tres trágicas historias es el amor como ideal único de sus protagonistas, algo anhelado profundamente y que por ende anula por completo la voluntad de poder, el camino que nos lleva a la amplificación de la fortaleza, la conciencia de dejar un obstáculo atrás. No quiero que este planteamiento se malinterprete como una visión determinista, individualista y atea, sino como la superación de nuestras debilidades, conquistar a otros es tener poder, conquistarse a si mismo es conocer el camino.
Frederick Treves, el cirujano que se hace cargo de Joseph Merrick no se identifica con una visión piadosa al modo cristiano, sino que juega el papel de Zaratustra. Frente a esto debo explicar necesariamente la simbología nietzscheana del Camello, el León y el Niño. El primero se identifica con aquel hombre que considera su existencia como un sacrificio, encontrándose absolutamente todo fuera de su domino, todo en manos de Dios. Por otra parte el León es aquel existencialista pesimista, al estilo de Sartre, sin esperanza alguna, sumido en la depresión, viendo todo sin escapatoria, cuestionando el mundo que lo rodea, percatándose de la muerte de Dios y de su completa soledad en el mundo. Por último, el Niño es aquel que logra llegar a la cima de la montaña manteniendo la visión existencialita del León, sin embargo, dejando atrás esa visión pesimista. En “Así hablaba Zaratustra” Nietzsche plantea “Vosotros miráis a lo alto cuando aspiráis elevación. Y yo miro hacia abajo porque estoy alto. ¿Quién de vosotros puede al mismo tiempo reír y estar alto? Quien se cierne sobre las más altas montañas se ríe de todas las tragedias y de la escena de la vida”
Es justamente este el efecto el que provocó Frederick Treves en nuestro “Hombre Elefante” y es ahí donde radica la diferencia entre desenlace de esta historia con Marianela y “El Pobre Feo”. Joseph logró llegar a la cima de la montaña, a ser el Niño, según Nietzsche, sin embargo nuestros dos protagonistas restante no logran llegar a buen puerto.
Ampliando aún más mi análisis, la Época Contemporánea, especialmente la globalización, desencadena múltiples problemáticas que sin duda acentúan los estigmas sociales. El concepto de belleza, entre otros, existente hoy en día como paradigma irrevocable al que debemos aspirar y seguir. ¿Cuál es el motor catalizador del hurto, del atraco con violencia? Durante la Edad Media aquellos que robaban era principalmente para comer, subsistir y sobrevivir frente a las desigualdades sociales, sin embargo, hoy, frente a similares desigualdades; el desposeído roba aparatos de alto precio con solo un objetivo, el de asemejarse, actuar, moverse e igualarse ilusoriamente al rico (zapatillas de marca, artefactos musicales, teléfonos móviles, un sin número de artefactos que psicológicamente hacen que el desposeído se sienta parte de una realidad ajena a la suya), contribuyendo a la modificación del comportamiento colectivo generado por paradigmas múltiples emanados de la globalización.
El objetivo principal de la globalización en primera instancia es contribuir a la integración económica del globo mediante tratados, acuerdos, alianzas de libre comercio que impulsen el desarrollo mundial. No nos detendremos a analizar si dichos objetivos se cumple a no, sino que nos centraremos en sus consecuencias, como por ejemplo la homogeneización de la cultura, siendo Latinoamérica la única región afectada por efectos de globalización. Causa: Un centro dominante, controlador de la economía y que mantiene una hegemonía sin fronteras, que establece paradigmas de realidad aparente y comportamiento. Efecto: Anorexia, bulimia, estrés e individuos condenados y marginados socialmente al no calzar con aquellos modelos, especialmente el canon de belleza establecido, al cual centro mi especial atención. El núcleo dominante en este caso nos orilla a enterrar por siempre las raíces autóctonas latinoamericanas. Música, arte, literatura, cine, tecnología son suministradas y monopolizadas por aquel foco absoluto, aquel prototipo padre en donde ya no prima el conocimiento, sino la realidad aparente en el que los jóvenes de hoy padecen narcisismo crónico, “eres como te vistes, eres lo que escuchas” y es aquí donde deseo detenerme, pues la diferencia entre múltiples tribus urbanas existentes en el globo es mínima e ilusoria, desde un punto de vista subterráneo, y a lo que apunta la globalización es a la uniformidad colectiva, comenzando por nuestras casas, nuestros autos, nuestras villas, nuestros buses, etc. y cualquier objeto que no calce previamente con lo predeterminado por aquellos misceláneos prototipos será rechazado, tal como lo fueron Marianela, José y Joseph, siendo degradados, condenados por la sociedad y gravemente humillados. Deben ser esquinados aquellos carentes de voluntad de poder y víctimas de la declinación mental. La problemática se ha ido acrecentando debido a la manipulación masiva, el adormecimiento mental y la superficialidad que ha generado el propio sistema como mecanismo de defensa. El saber genera poder y como producto final puede utilizarse el terror como dispositivo continuo de aquella hegemonía. Es solo durante la Edad Moderna en donde el mundo vuelca sus ojos a la producción literaria hispanoamericana. Olvidamos a raíz de la globalización la historia real de nuestros pueblos renegando de ella, viendo en ella suciedad, sintiendo orgullo en el día de la raza, celebrando la dominación española, la violación de Latinoamérica, tal como renegamos de aquellos individuos desposeídos físicamente privilegiando apariencia y no conocimiento.
“El atractivo del conocimiento sería muy pequeño si en el camino que conduce a él no hubiera que superar tanto pudor”
Friedrich Nietzsche.