Bienvenidos

"Educar... hermosa palabra que algunos utilizan para instruir al rebaño y que pocos utilizan para inspirar"


24/5/07

De la grandeza y la garrapata

La grandeza reside únicamente en nuestro constante accionar, en lo trascendentales que dichas acciones pueden ser, en el eco eterno del toque sutil dado a aquellos semejantes a nosotros. En cambio, la grandeza se ausenta en aquellos que desean ser grandes, aquellos que imploran a sí mismos y más aún, la grandeza es inexistente en aquellos que se asemejan a garrapatas o parásitos cuyo único accionar es la respiración propia, aquellos que se dedican a observar juegos ajenos desde las alturas, pues grande, es solo aquel que baja y no quien deja de existir apartándose del mundo paulatinamente, siendo partícipe de una filosofía contemplativa, que niega al hermano, al semejante, al amigo y por ende a sí mismo.
.
La grandeza es una cualidad aristocrática dentro de la esencia de solo unos pocos hombres, hombres grandes, verdaderamente grandes. La grandeza pertenece solo a quien que se reinventa continuamente, a quien es capaz de abstraerse a nivel tal que puede en ciertos instantes escuchar solo el sonido de su lenta respiración, quien ve a la oscuridad como único aliado para después encender la luz y reencontrarse con la íntima colectividad de todos aquellos que se han reunido en la grandeza.
.
Insisto señores, la grandeza no pertenece a la garrapata que se mantiene inmóvil, que solo respira, que no acciona, que no ama y que cree ubicarse en la montaña, cuando realmente es tan bajo, tan pequeño que desaparece de todos, discontinuando sus huellas, su camino, su amor por los hombres. Para conocer la íntima grandeza es necesario enfrentarse a ídolos pasados, verse cara a cara para luego de aquella batalla puedas acceder a la llave del pasado y la base necesaria que permita comprender el mundo, no interpretarlo. Nuestro amor a los hombres es tan grande que no optamos por cambiar el mundo, no optamos por ser parásitos viviendo en función de otros organismos, como algunos ya llevan a la práctica, sino que optamos por modificar nuestra forma de pensar en el mundo.
.
La grandeza no reside en aquel que sube a la montaña clavando una estaca en la cima y autodenominándose grande, sino en aquel que está en constante devenir, siendo consciente de su pequeñez porque jamás es suficiente, nunca es suficiente la lección aprendida o el gesto sublime de esconder bajo un sutil manto la compasión por el amigo. ¡¡Hermanos!!, tengáis amigos, uníos en el amor al hombre y no en el quietismo de ser solo un espectador, de ser garrapata.
.
La grandeza se encuentra en el eterno escalador y solo la garrapata, oculta bajo el abultado pelaje de su víctima, se convence de haber llegado a la cima, considerándose el máximo espectador del juego, el juego de la existencia, el triunfador, sin embargo, desconoce que todo otro que lo rodea es espectador de ella, ubicándola más abajo de cualquier bajeza, de cualquier patetismo. ¡¡¡Señores!!! Qué tiene de grandeza la inacción, la inmovilidad y la nula trascendencia de los individuos, pues jamás es suficiente el conocimiento adquirido, nunca hemos adorado a suficientes antiguos ídolos para luego de abrazarlos comenzar a odiarlos, odiarlos porque no fue suficiente su accionar y su comprensión parcial de la existencia.
.
La autodesaparición y la carga que se impone el penitente de viajar en completa soledad, soledad que carece de sentido y que cae en la decadencia. Tú penitente, ¿Crees ser lo suficientemente grande como para llegar a las alturas? Grande es aquel que ya pasó por el Averno y que escala ahora la montaña para después compartir su conocimiento con los demás, sin buscar, solo atrapando a sus semejantes, a los que poseen una mirada altiva.
.
La grandeza vive en la fusión paralelamente microscópica y panorámica. Aquel que ve solo lo ínfimo, lo pequeño, alimentándose de aquello es tan solo una garrapata y aquel que ve el mundo únicamente de forma panorámica, gira al compás del mundo, aunque siendo honestos, su rotación ha cesado provocando que no amanezca. !!Grandeza leprosa¡¡ en donde trozos de tu carne penitente caen, volviéndose pesados y malolientes. !!Falsa grandeza vacía¡¡, carente de engranajes, exclamando intencionalmente a todos con tu imagen opaca "soy fuerte".
.
Tú, falso, que llamas decadente a los no decadentes, solo atas lentamente tus grilletes para lanzarte al fondo del mar atado a una roca, pero antes, ahuyentando a los demás con tu pestilencia. Autarquía y grandeza son compatibles, pero grandeza es incompatible con no producción, pues tú, garrapata, no produces nada para ti, nada para los demás, careciendo de ambrosía.
.
Grande es aquel cuya mirada a otro es capaz de desencadenar millares de reacciones, no aquel sin ojos y que provoca rechazo, aversión. Quien busca, fácilmente se pierde. Son tantas las codicias que quieren elevarse a las alturas y tantos los movimientos desordenados de los ambiciosos. Son tantos los fantasmas que desean las alturas sin subir e imaginando desde abajo que suben, llamando bajos a quienes reposan tendidos en el suelo luego de haber bajado.
.
La decadencia se encuentra solo en los ojos de quien la posee. La autopoiesis en el superhombre lo define como individualista, sin embargo, su selección lo aleja de la apatía máxima. Hermanos, incluso el ser más amargado ha amado alguna vez. Si llamas decadencia a la poiesis en función de cofactores, de igual forma deberías llamar decadencia a la no producción, a la no poiesis, es decir, reconocerte como bajo. Justificas tu cárcel, justificas lo solo que estás, lo penoso que eres, lo bajo que te encuentras. Aseveras haber entrado de forma voluntaria a tu gran celda y desconoces que has sido enjaulado por nosotros, los altivos.
.
¡¡Vamos garrapata!! grita al mundo tu triunfo, grítale a los vientos lo acogedora que es tu celda, pues nosotros veremos como eres encerrado eternamente. En las profundidades yace tu cadáver pestilente junto al mensaje que dejaste, dice: "Mi decisión es irrevocable, será tomada sin vacilaciones para llegar a las alturas", mientras en aquel momento arrojaremos tu cadáver atado al mar, comentando cuan fácil fue matarte.
.
Mi querido Wagner, lo aquí dicho son mucho más que las evidencias de los evidentes, son las alturas de los altos, absolutamente incomprensibles para los aspirantes a la elevación. Evidencia es certidumbre, evidente es incuestionable; tal es nuestro axioma, la evidencia dada de los evidentemente altos.